Augusto
Lostaunau Moscol *
“A nadie resulta rara la
profunda división ideológica entre la sociedad occidental y la sociedad
oriental; la cual se remonta a la antigüedad y aún hoy no es superada. El
motivo de la tensión radica en los modos de vida y en la divergencia de
valores. En Occidente la “vida privada” es reavivada y valorada en virtud de
los espacios para el desarrollo y autodeterminación del individuo. En Oriente,
la vida privada persigue modelos de vida ya prediseñados, es decir, el margen
para elegir se reduce considerablemente dada la imposición de autoridades
civiles y religiosas”.
Misael
Flores Vega-Jaime Espejel Mena
Los
profesores mexicanos de la Universidad Autónoma de Zumpango, Misael Flores Vega
y Jaime Espejel Mena, sostienen que:
“El individuo nace y se
desarrolla dentro de grupos sociales; y para integrarse correctamente requiere
educación en el seno familiar. Los valores interiorizados, la identidad
asumida, las costumbres practicadas y las normas respetadas son promovidos
desde la esfera privada, es decir, la familia. Dentro de ésta se fomentan los
paradigmas particulares de vida, pues es aquí donde lo bueno o lo malo, lo
moral e inmoral, lo ético y lo antiético, lo justo e injusto, lo socialmente
aceptable y no aceptable, lo correcto e incorrecto, etc., toman forma y se
incorporan como modo de vida del individuo. Así que la educación ofrecida por
la casa representa un “acontecimiento fundacional” en el desdoblamiento de la
conducta postrera de todo ser”.
La
familia se convierte en una institución bisagra entre “la vida privada” y “la
vida pública” de todo individuo. Al interior de la familia se producen y
reproducen los valores y las normas que todo individuo adquiere desde su
nacimiento y que serán importantes al momento de interactuar con otros
individuos que no pertenecen a su familia (sociedad). Además, éste individuo
–en el caso de aquellos que logran acumular o representar cierto tipo de poder-
tiene la posibilidad de influenciar (en forma directa o indirecta; en forma
consciente o inconsciente) a la sociedad. Entonces, “la vida privada” de un
individuo puede influenciar “la vida pública” y viceversa. Así, en este momento
de relación y correlación, la educación juega un rol muy importante.
Misael
Flores Vega-Jaime Espejel Mena, asumen que:
“La educación tiene
atribuciones de envergadura en razón de ser el mecanismo para instruir al
sujeto que constituye un agente activo de la vida social. De acuerdo con el
tipo de educación que un Estado ofrezca a su población, ésta tendrá un papel
protagónico en la esfera pública. Si se brinda una laica, los individuos tienen
la posibilidad de acrecentar las facultades morales, físicas e intelectuales
porque no habrá acentuación alguna en un tipo de religión. Más aún, si un Estado
confesional tiene un trato preferencial hacia alguna religión será mayor la
posibilidad del despliegue de principios religiosos en la forma de organizar la
educación y gestionar la vida pública, tal como sucede en Oriente”.
De
tal forma que, a través de la educación, un individuo influencia sobre otros
individuos provenientes de otras familias y que –cabe la posibilidad- tengan
formas diferentes de “vida privada”. Mejor dicho, otros valores y normas que no
necesariamente son representativas y/o compartidas a nivel social. Por ello, es
necesaria una escuela laica. Victorino Mayoral Cortés sostiene que:
“La escuela laica no puede
ser entendida como la de los no creyentes, como el laicismo tampoco es la
religión de los no creyentes, pues si así fuese, dejaría de ser auténticamente
pública e integradora. Es laica por los ideales y fines que la inspiran”.
La
escuela laica tiene el carácter de respetar todas las ideas y creencias que los
individuos desarrollan en su “vida privada”, pero las clases no tienen la
orientación de reforzar visiones religiosas o antirreligiosas; lo que en
realidad busca es el respeto por todas ellas y –para ello- no las toma en
cuenta. Las respeta al momento de obviarlas. Así, el conocimiento que se
adquiere en las aulas se puede complementar con las ideas de la “vida privada”.
La
escuela laica (y la educación laica) es la base para sostener una sociedad
verdaderamente democrática (vale decir con una democracia más allá de lo
meramente político-participativo). Por ello Victorino Mayoral Cortés plantea
que:
“Porque la escuela
confesional segrega a los alumnos por las ideas religiosas y por la capacidad
económica de las familias, o por la educación diferenciada por sexos, como
ahora algunos pretenden reconquistar. La escuela confesional no comparte como
centro de ideario identitario la educación para el pluralismo. Rehúye la participación
democrática de la comunidad en el control y la gestión del centro. Consagra un
ideario confesional al que debe subordinarse la libertad de cátedra y toda la
actividad educativa del centro; un ideario no decidido por la comunidad escolar
que viene a estar compuesta por empleados y clientes”.
Necesitamos
en el Perú una educación laica que garantice a los individuos el respeto a sus
creencias, ideas y valores aprendidos al interior de la familia. En su “vida
privada”. Si la sociedad no quiere que la familia entre en crisis –como
actualmente lo está- no debe quitarle a la familia el rol educativo de sus
miembros. El Estado no puede reemplazar ese rol.
*Historiador
a favor del Colegio Profesional de Historiadores del Perú.
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