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sábado, 24 de agosto de 2019

LA HUMANIDAD, HERIDA Y ESPERANZA: DEFENSA DE LA VIDA EN DÍAS DE CAPITALISMO

Hace aproximadamente 3700 millones de años que se desarrollaron las primeras expresiones de vida en el planeta, luego de un largo proceso de evolución terrestre. Con respecto a nosotros los seres humanos, animales superiores y complejos, esos pequeños organismos eran muy simples, sin embargo desde la óptica de la vida, eran organismos con una complejidad enorme, incluso los seres unicelulares que existen entre nosotros, imperceptibles a nuestros sentidos, son aun tremendamente complejos. Tan complicados son sus mecanismos y su constitución que aun ahora los científicos debaten los caminos que lograron la formación de vida orgánica a partir de elementos inorgánicos, como fue posible que moléculas de carbono, hidrogeno, oxigeno, fosforo y muchos más fueran juntándose de a pocos formando las primeras bases de la vida, los primeros aminoácidos, las primeras proteínas, las primeras bases nitrogenadas, de qué forma logran articularse para llegar a constituir lo que quizás es el mayor logro en la evolución de la vida: los genes, fuente de nuestra información, el manuscrito de nuestra vida, la unidad en donde se desarrollan nuestras transformaciones y hacen posible nuestro continuo tránsito de lo simple a lo complejo.
Es hermosa la vida, y lo es no solo por las muestras estéticas de los especímenes individuales, sino sobre todo por la bella complejidad de nuestra constitución, la forma tan armónica en que la naturaleza nos ha ido dando forma, ladrillo molecular tras otro pacientemente durante millones de años. El famoso dicho de ‘’los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla’’ no tiene efectos en la historia de la vida, en esta otra narrativa conocer la historia es necesario para continuarla, más que condenados, debemos estar obligados a repetirla, a continuarla e incluso a perfeccionarla, pero lo que no se nos está permitido es a estropearla.
Quizás muy pocas personas conozcan lo difícil que le es al universo lograr constituir un lugar en donde la vida sea posible, en donde se desarrollen toda las condiciones necesarias para que exista la posibilidad de que los ladrillos inorgánicos se vayan articulando hasta que en algún momento, combinación de necesidad y azar, van surgiendo los primeros elementos orgánicos y con estos la vida. En el universo hay cientos de miles de millones de planetas, sin embargo, según cálculos científicos, existen relativamente pocos de ellos en donde puedan desarrollarse la vida, y claro, una cosa es posibilidad y otra la realidad, la cantidad de planetas con vida debe ser aún menor, la cantidad de ellos con vida multicelular compleja menor aun y los casos con vidas superiores, pensantes y avanzadas debe ser una porción aún menor, en esta última porción de planetas nos hallamos nosotros, una casualidad galáctica cuya vida ha evolucionado al punto de ser consciente de su propia existencia, con 100 mil millones de neuronas interconectadas en nuestro cerebro que al parecer es la maquina más poderosa jamás creada por la industria biológica de nuestro universo, suerte la nuestra.
Urge conocer esta historia nuestra, la historia a la que estamos acostumbrados es la de nuestra cultura, la cultura de seres pensantes con capacidad de crear e imaginar, pero la historia de nuestra vida, no solo la vida de la especie sino la historia de la ‘’vida’’, es algo más profundo, más abarcador. Si una de las funciones de la historia humana es querernos más, apreciarnos mejor como especie, ser más humanos cada vez, pues la historia de la vida debe servir para querer a todo lo viviente, no solo a nuestra especie, debe servir para ser ‘’más ser vivo’’ cada vez, y esta capacidad para ser ‘’mas’’ como ser viviente es algo privativo de los seres humanos ya que somos los únicos capaces de apreciarnos conscientemente como vivos, los únicos capaces de conocer esa larga historia que hace posible el latido de nuestro corazón, de ahí la razón de nuestra responsabilidad para con las demás especies.
Desde una óptica pedagógica, la enseñanza de las ciencias debe orientarse no a transmitir conocimientos fríos sobre la gris naturaleza y sus leyes, la formación de los estudiantes debe estar orientada a maravillarlos con nuestro universo, con la vida, con nuestra existencia, esto lograra que ellos mismos opten por descubrir los misterios que guarda nuestra naturaleza multicolor, lograran que amen su biología y la de las demás especies, incluso quizá se logre que usen mejor su tiempo, después de todo hay más ciencia ficción en el universo que en las mejores películas en las cuales nuestras nuevas generaciones invierten gran parte de su vida. Lograr ese efecto maravillador en los niños y jóvenes debería ser la mejor calificación docente y el mayor logro académico del estudiante.
En el tiempo trágico que vivimos, urge que nos maravillemos por el milagro de la vida, urge que los nuevos retoños humanos, nuestro futuro, vuelvan su mirada hacia nuestros orígenes, no los culturales (que también) sino sobre todo a los naturales, deben aprender a apreciar la más diminuta flor y el más ´´simple animal´´, porque cada uno de ellos existe en un universo con pocas posibilidades para ello. Entender esto es también entender nuestra vulnerabilidad, saber que todas las especies del planeta, incluyéndonos, existimos con la espada de Damocles pendiendo sobre nuestra cabeza debe ser razón suficiente para protegernos, para cuidarnos, y hablo en plural no con respecto a los humanos sino con respecto a todas las especies de nuestra esfera azul, más exactamente, un cuidado que va de nosotros hacia las demás especies, un mayor poder nos da una mayor responsabilidad.
Nuestra existencia en el planeta es muy frágil, la vida de muchas especies de desenvuelve en un pequeño margen climático y territorial, sensible a los más pequeños cambios. El cerebro humano y nuestra cultura nos han dado la capacidad de ampliar ese margen para nosotros, podemos vivir en el extremo frio del Ártico y en el candente desierto africano, podemos vivir en el océano, bajo tierra e incluso en el espacio como en la Estación Espacial Internacional, pero aun con todo eso, nuestra vida en el planeta aún sigue siendo frágil. Los seres humanos no somos autosuficientes, dependemos estrechamente de los demás seres vivos para nuestra existencia. La vida se formó en nuestro planeta luego de que éste logro determinadas condiciones que la hicieron posible, pero una vez que se formó, la vida ha dado forma al planeta y la ha adecuado a sus necesidades biológicas, luego de millones de años la tierra ha sido transformada en el nicho ecológico de todo lo vivo, por tanto, modificar este nicho como los humanos lo vienen haciendo afecta profundamente nuestra existencia y la de las demás especies.
Muestra de esto es que actualmente vienen desapareciendo en promedio 150 especies de seres vivos al día según la ONU, cifra espantosa, más aun teniendo en cuenta lo difícil que ha sido para la naturaleza lograr que existan esas especies, la frialdad humana ya no conoce de límites cuando de ganancias se trata, todos los días las grandes industrias del planeta cometen crímenes de ‘’lesa naturaleza’’ y quedan impunes. Hay toda una rama de estudios en el derecho internacional que estudia los delitos de lesa humanidad, esos delitos que atentan contra los derechos humanos, los mismos que reposan sobre el valor máximo de la dignidad humana, aquel atributo que solo se entiende con referencia a los medios necesarios para alcanzarla, o sea, las condiciones mínimas que un ser humano necesita para vivir dignamente, tener alimento, vestido, cobijo, libertad, seguridad, educación, etc., somos muy prolíficos para darnos derechos y está bien, pero, ¿y quién les da a la naturaleza los derechos ´´efectivos´´ que ella necesita?, la naturaleza aunque no comprenda la dignidad, podemos intuir que si la siente, la siente en sus condiciones mínimas para desenvolverse, condiciones que van en función de cierta temperatura planetaria, cierta pureza de sus océanos, cierta cantidad de bosques, cierta proporción de hielos, animales e insectos necesarios para sus ciclos, etc., todo esto está implícito en la dignidad de la naturaleza ¿Quién la garantiza? ¿Cuándo haremos una declaración efectiva de sus derechos? ¿Cuándo instalaremos tribunales para hacerlos respetar? ¿Cuándo tendremos la dicha de ver tras las rejas a los criminales en esta materia?, quizá el único avance real en este sentido sea la constitución ecuatoriana de Correa que entiende a la naturaleza no como un objeto de derecho sino como ´´sujeto de derecho´´, aunque el gobierno actual, claro, se hará de la vista gorda con esta disposición.
Esto es más comprensible aun cuando entendemos que la dignidad de la naturaleza es una extensión de nuestra propia dignidad, es más, la propia palabra humanidad viene de las palabras latinas Humus (tierra) y Anus (procedencia), etimología precisa, producto cultural de muchas cívilizaciones de la antigüedad que en sus mitos remontaban nuestros orígenes a la tierra, al barro. En efecto, más allá del mito, somos en estricta ciencia, producto de la tierra, estamos compuestos de sus elementos, nuestra biología depende de ella, somos hijos de, si es que queremos ser más maternales y a la madre se le debe cuidado. Incluso, escalando más en las reflexiones, entendiendo que toda la vida, todas las especies naturales y vegetales nacen en, de y por la naturaleza, pues bien podemos decir que a todos los seres vivos nos une una hermandad, por lo cual al igual que fraternidad (amistad o lazo entre hermanos) y sororidad (fraternidad entre mujeres), pues deberíamos pensar también en algo así como la ´´Naturidad´´ (hermandad entre todos los seres vivos), aclaro no estar seguro de que el termino sea el adecuado en estricta etimología pero el concepto es vital, podrá variar la palabra pero el sentido del concepto es el mismo, concepto que debe orientarnos hacia una nueva ética, una ética vital, una ética de la vida.
Esta nueva ética debe ser capaz de guiar a una nueva humanidad, no solo porque es correcto, sino porque ahora es más necesario que nunca. El capitalismo en el que vivimos ha logrado mercantilizarlo todo, incluso a la vida. Razón tenía Marx cuando planteaba que la mercancía es vida cristalizada, vida materializada. Quizás tendríamos que ampliar un poco la mirada de Marx a este respecto ya que él se refería sobre todo a la vida humana expresada en fuerza de trabajo, sin embargo, la vida humana tiene como condición y supuesto a la vida de la naturaleza, la cual también es materializada en la mercancía, tanto en forma de materia prima como en fuerza de trabajo que toma de la naturaleza el sustento de su vida, por tanto, desde sus orígenes el capitalismo tuvo la tendencia a mercantilizar la vida en sentido amplio, y todo con la finalidad de la ganancia, el lucro, única teleología del sistema.
Esto nos hace entender nítidamente como es que las clases pudientes del planeta, toda la clase de empresaurios, son capaces de alarmarse cuando el crecimiento económico se ralentiza, cuando se pierden millones de dólares en la bolsa, pero no se indignan cuando se pierden 150 especies por día, cuando se queman millones de árboles en la Amazonia, cuando los peces se atoran con plástico, cuando se derriten los glaciares o cuando desaparece el hielo de nuestro Huascaran, dejar el futuro de nuestro planeta en las manos de esas personas es como dejar una oveja en la guarida del león.
El capitalismo nos ha llevado a lo que algunos han llamado el ´´Antropoceno´´, un nuevo periodo geológico dadas las grandes transformaciones que el ser humano está produciendo en el planeta, y aunque puede que el termino no sea científicamente adecuado, nos sirve para darnos una idea del momento que vivimos, pero la idea que nos puede dar un mayor sentido de alerta es el hecho que cada vez más científicos denominan como la ´´sexta extinción masiva´´, dado que nuestro planeta ha sufrido cinco extinciones masivas de especies en su historia geonatural, muchas producidas por fenómenos espaciales como meteoritos, en esta ocasión, la causa de la sexta extinción somos nosotros con nuestra tremenda emisión de gases de efecto invernadero y una contaminación indiscriminada de nuestros suelos y océanos que extermina a las especies como si de una guerra de naturaleza arrasada se tratara.
Es por eso que tiene tanta razón Dussel cuando nos indica que tenemos mucho que aprender de nuestras comunidades indígenas a las que llamamos atrasadas, comunidades que tienen una conexión íntima con la naturaleza, la misma que consideran como su madre y la cuidan como tal, como hemos visto, la naturaleza como madre, como pachamama, excede largamente la metáfora siendo más bien una forma explícita de dar cuenta acerca de nuestros orígenes y de nuestra dependencia, el problema radica en que hemos perdido el amor hacia ´´ésa nuestra madre. No es raro por eso el análisis que realiza Chomsky cuando plantea que las comunidades indígenas son las que más hacen por el cuidado del planeta en nuestros días, son ellos, esos pueblos ´´atrasados´´ los que evitan en gran medida que nos vallamos por un barranco directo a la extinción, es por eso que tienen razón los que defienden el Valle del Tambo y las lagunas de Conga, los que luchan contra la depredación de bosques y animales, y aquellos que se encuentran en todas las trincheras ecológicas están en lo correcto, están en la ética adecuada, pero para ser más éticos aún debemos luchar también contra el modo de producción y de vida que es la raíz de nuestra tragedia en curso.
Defender nuestro planeta implica también defender la idea de que otro mundo es posible, la naturaleza no se está destruyendo por que existan hombres malos, se está destruyendo porque existe un sistema cuya finalidad no es el hombre y la naturaleza sino la ganancia, la riqueza, el lucro, todo esto acicateado por una lógica de competencia sin límites humanos ni naturales, que no le importa destruir aquello que costo millones de años para su formación.
Esto nos deja en claro de que solamente los pueblos del mundo podrán poner fin a este apocalipsis en ciernes, esos pueblos que son los que sufrirán las gravísimas consecuencias de nuestro actual rumbo económico. A los ricos del mundo, a los que controlan el sistema y que quizá podrían solucionar el problema ambiental si quisieran, pero sin embargo niegan la existencia del cambio climático a pesar de la enorme data científica, a ellos al parecer ya no les importa nuestro planeta, no se puede explicar de otra forma como es que profundizan una situación en la que ellos mismos sucumbirán; esto quizás sea más comprensible si tenemos en cuenta los actuales proyectos espaciales que buscan colonizar Marte, nuestra luna y otros satélites habitables de la galaxia y mucho más pequeñas que nuestra tierra (por tanto, con menor capacidad demográfica), existen en curso ingentes inversiones en estos proyectos que ya tienen fecha para las próximas décadas, inversiones que ahora ya no son solo públicas como antes, sino que son principalmente impulsadas por privados, personajes como Elon Musk (Tesla), Jeff Bezos (Amazon), Richard Branson (Virgin Galactic), empresarios con gigantescas cuentas bancarias (Bezos es uno de los más ricos del planeta) tienen su propias industrias espaciales y ya tienen proyectado brindar los servicios de turismo espacial a un coste de entre 200 a 250 mil dólares por unas horas en el espacio en unas naves con capacidad para 6 pasajeros, es más, el proyecto más ambicioso es el de Elon Musk que declara que su objetivo final es Colonizar Marte y morir allí, proyecto ya en curso. La pregunta seria, si un viaje turístico de unas horas al espacio cuesta 200 mil dólares, ¿Cuánto costara un viaje de 8 o 10 meses a Marte?, ¿Quiénes son los únicos en el planeta capaces de cubrir esos costos?, de hecho la gran mayoría de la población planetaria está imposibilitada de cubrir esos costos, sobre todo en caso de que nuestro planeta sea condenado a podrirse.
Solamente la lógica de que los grandes empresarios del mundo y los gobernantes de los países más ´´avanzados´´ ya han perdido la fe en solucionar los problemas ambientales de nuestro planeta puede hacernos comprender que hay detrás de todo una intención planificada de escapismo, ya no creen en nuestro planeta, saben que la lógica de la competencia capitalista ya nos ha condenado irremediablemente y están pensando en donde refugiarse, ya existen, ubicadas cerca al Polo Ártico, almacenes de semillas de las especies vegetales alimenticias de nuestro planeta, ellos están preparándose para lo que viene y nosotros no podemos dormirnos, está en nuestra manos luchar con todas nuestras fuerzas para salvar nuestras vidas y la de nuestra prole, las juventudes tienen una responsabilidad mayor en esta tarea, por todo lo que nos falta vivir o por todo lo que no podremos vivir si esto sigue.
Si nosotros nos tardamos en iniciar esta jornada ecuménica, si preferimos voltear la mirada y gozar nuestra breve vida mientras nos encaminamos al matadero, pues quizás sea el destino que nos merezcamos, de ser así ojala y la debacle suceda pronto, así algunas especies podrán sobrevivir para reiniciar nuevamente su faena evolutiva hasta lograr nuevos seres conscientes de sí mismos que ojala y sean mejores que nosotros, de mi parte y de nuestra organización, lucharemos si es posible hasta que nuestros carbónicos pulmones ya no nos lo permitan, llevando en la mente la profunda pena por desperdiciar una de las raras oportunidades que da el universo de vivir y ser conscientes de estarlo.
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